No fui feliz y qué

Tal vez a nadie le agrade lo que voy a decir, pero así fue, no fui feliz durante mi embarazo, no porque no lo deseara, más bien me pasó de todo y diario me sentía mal, así por nueve meses y si a eso le agregas la lluvia de comentarios, muchos positivos, muchos más negativos, no me ayudaba mucho.

Estaba contenta sí, lo deseaba sí, fue planeado sí, pero no sabía lo que me esperaba, los cambios hormonales, el peso, la comida, los regaños de doctores culpándome a mí por un sistema de salud al que le hace falta reinventarse porque durante todo el embarazo me dijeron "aquí nada más se hace un ultrasonido, dos en caso de solicitarse", cuando debería de ser una constante de mes a mes, dónde queda la prevención, el cuidado durante todo el embarazo, porque además sacar una cita podía ser toda una hazaña, más un regaño porque una no es constante.

Peleas contigo misma, peleas para que tu pareja, tu familia y amigos te entiendan, hasta que entiendes que no entienden, cada cuerpo y mente es distinto, si yo quería llorar iba a llorar, no faltó el "no lo hagas porque afectas al bebé", llega un punto en que ya no sabes si cuidarte tú, cuidar al bebé, cuidar de los dos o qué hacer.

Al menos yo entré en esa etapa de confusión total, de enojo y desesperación, de querer gritar que me entendieran un poco, que pensar en salir, pararme de la cama, comer, tomar agua era una dificultad enorme, que cada día me sentía como una vaca, quedarme en pijama –las que me quedaban–, era lo que más deseaba.



Deseaba también que esos primeros tres meses de tortura terminaran, sí, ya no podía seguir oliendo cuando cocinaba mi papá sopa porque me daba un asco terrible, ya no quería más vómito, nauseas, mareos, no lo estaba disfrutando y juro que puse de mi parte, esos meses llegaron a su fin, pero nadie nunca dijo que todo terminaría ahí porque los meses siguientes, si bien ya no había vómito, seguían y seguían los cambios y de vaca pasé a sentirme como ballena, yo era enorme y eso que nada más subí 10 kilos.

Las hormonas son imparables y todo me hacía llorar, recuerdo que me aventé las doce temporadas disponibles en Netflix de Grey'Anatomy, ¡GRAVE ERROR!, no debía, sabía que no tenía que hacerlo, pero ahí estaba llorando por todo lo que le pasaba a Grey capítulo tras capítulo, contestándole el teléfono a mi esposo con un nudo en la garganta porque había visto un capítulo que me llegó al corazón, obvio se espantó, juró que algo me había pasado, en realidad sí me estaba pasando, yo era toda sensibilidad y hasta me identificaba con cada uno de los actores.

Por qué no, también se me hizo fácil ver The Walking Dead, susto, grito, suspenso, susto, grito, suspenso, así me la viví, pero esta culpa se la echamos a mi esposo (jajaja) y aún con todo esto, no la estaba pasando bien y no fui feliz por el proceso y todo lo que ello conlleva, pero sí estaba feliz por mi bebé y una cosa no tiene nada que ver con la otra, porque si te sientes mal, por más que quieras ser "positiva", hay veces que no se puede, uno da todo lo que está en sus manos y hay situaciones que te rebasan, creo que una puede sentirse en la libertad de expresar lo que siente, sin necesidad de que la juzguen porque soy distinta a todos y si no fui feliz, dónde está el problema, de qué soy culpable, hoy mi bebé está conmigo y la amo infinitamente.


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